No hace
mucho existía una princesa. No una princesa de las de corona y poder, de largos
vestidos y mirada encantadora. No, solo se trataba de una princesa de mentira.
Una princesa de la farándula, de aquellas que sabían bailar de formas poco
puras, escuchar y alabar las mentiras de los hombres. Todos los hombres
mienten, pero… ¿qué le importa eso a una persona que obtendrá lo que quiere
independientemente de las palabras escogidas? A cada problema tenía una absurda
solución, bailaba a la luna y seducía al sol. Su mundo era simple. Solía lograr lo que
quería. Se le daba bien mentir, como a todos los suyos, logro hacerse
pasar por princesa de verdad para lograr un príncipe. Lo logró, pero el principe ya tenía un destino asegurado y salió
perdiendo, y mucho. Una princesa de la farándula jamás podrá usurpar el puesto
de una de verdad. Sin embargo yo seguiré seduciendo al sol y bailándole a la
luna mientras que las princesas de verdad ni siquiera lo verán desde sus fríos
castillos.
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